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Fuente Imagen | Banco de imágenes INTEF |
La relación profesor-alumno tiene unas características peculiares que la diferencian de otros tipos de interacciones que se dan en un centro escolar:
- Son relaciones sujetas a un guión preestablecido, en las que las metas a conseguir están predeterminadas en gran medida.
- Son relaciones entre desiguales.
- Ambos (profesor y alumnos) tienen unos roles perfectamente diferenciados y complementarios, que determinan el tipo de relación entre ellos.
- Son relaciones formales, basadas en protocolos estandarizados y sujetos al desempeño de roles oficiales definidos institucionalmente, pero influidas por factores informales que a menudo cobran mayor importancia que los formales.
- Son complementarias a las relaciones entre iguales, y cumplen funciones propias que no pueden suplir las relaciones que el alumno mantiene con sus compañeros y que también se rigen por reglas propias.
No obstante, y a pesar de la especificad y formalidad de la relación profesor-alumno, hay una amplia gama de comportamientos aparentemente informales que modelan la relación y acaban por determinar desde el grado de influencia social que el profesor tiene hasta el nivel de empatía que le va a unir a sus alumnos. Para desplegar todo su potencial de influencia sobre sus alumnos, debe optimizar su capacidad para detectar y manejar emociones ajenas, percibiendo descontentos, controlando enfados, superando interrupciones de clase o convirtiendo ambientes con carga emocional negativa en contextos cálidos. Todo ello se puede resumir en la capacidad para entender la situación, que engloba una serie de variables entre las cuales están las siguientes:
- Observación activa del alumnado.
- Canalización de conductas típicas, ligadas a los roles informales.
- Potenciación de la empatía con los alumnos.
- La asertividad como forma habitual de interrelacionarse.
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