Fuente imagen | Banco imágenes INTEF |
El fuerte grito de la grulla
resuena en el aire como la llamada de una trompeta. Es primavera y estas
grandes aves alzan el vuelo para iniciar su largo viaje hacia el norte.
En invierno, las
grullas cantoras viven en un lugar pantanoso de las costas de Texas, en los
Estados Unidos de América. En primavera, toda la bandada vuela hacia una lejana
zona del Canadá. Pasan el verano en un lugar húmedo y pantanoso, parecido al de
Texas. Allí las grullas se aparean, construyen sus nidos y ponen e incuban sus
huevos. En otoño, vuelan hacia el sur, de regreso a Texas.
Esta grulla es un ave
grande, muy grande. Es el ave más alta de América del Norte; a veces mide más
de un metro y medio de altura. Vadea las aguas sobre sus largas patas, en busca
de alimento. Come ranas, cangrejos de río y otros crustáceos, serpientes,
muchos tipos de insectos y varias clases de plantas.
Hace poco más de
cincuenta años, los científicos creyeron que las grullas cantoras se habían
extinguido. Su hábitat había sido destruido para construir carreteras y casas.
Las aves habían sido cazadas y los coleccionistas de huevos acabaron con sus
nidos.
Pero entonces se
descubrieron dieciocho grullas. Las dieciocho últimas. Las aves fueron
cuidadosamente protegidas y su número ha aumentado. Ahora hay poco menos de un
centenar de estas hermosas aves. Aún falta mucho para que se puedan considerar
salvadas, pero hay algunas esperanzas.
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