lunes, 2 de marzo de 2015

ARTÍCULO | La fobia escolar


Lo peor de este trastorno es que produce incapacidad: el niño deja de ir al colegio. Cuando el problema está instaurado es imprescindible la intervención de un especialista, pero existen fases previas donde la actuación de los padres es fundamental para evitar que la fobia se agrave o se establezca.

Por supuesto, lo primero es constatar que el miedo desarrollado es hacia lo escolar y descartar motivos como un conflicto con los amigos o no querer separarse de los padres. El origen puede ser un examen. El niño cree que es muy difícil y que no va a superarlo. Según se acerca la fecha aumenta su ansiedad y, cuando llega el momento, se pone enfermo. Los padres, que lo han visto estudiar horas y horas, son condescendientes con él y refuerzan su actuación: "Bueno, no te preocupes, tú eres muy buen estudiante; quédate en casa y ya hablamos nosotros con el profesor". Hay pistas que nos pueden llevar a detectar la fobia escolar:

  • El niño se levanta con dolores de cabeza o de estómago, tiene vómitos antes de salir de casa y se pone peor si hay algún examen. Los síntomas sólo se dan cuando es día lectivo; en vacaciones y los fines de semana se encuentra bien. 
  • Dedica mucho más tiempo del necesario al estudio, a pesar de sacar buenas notas. 
  • Tiene pavor a llevar mal hecho algún ejercicio, a repetir curso o a cualquier situación relacionada con un menor rendimiento. Como anticipa estas situaciones y las imagina, aumenta la ansiedad y disminuye su capacidad de atención y concentración, por lo que sus temores empiezan a verse cumplidos. 

Es muy importante estar muy atentos para detectar cualquier dificultad que presente el niño y aplicar una solución temprana. Cuanto antes se interviene, más probabilidades de éxito en la recuperación hay.

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