-¡Tierra!
¡Tierra!
Era el 12 de
octubre de 1492. El grito jubiloso de Rodrigo de Triana ponía fin a un duro
viaje que iba a cambiar el rumbo de la historia.
En aquellos años
se había desatado la fiebre de las grandes exploraciones marítimas. Los
portugueses habían doblado el cabo de Buena Esperanza en 1487 y la carrera
hacia la India y sus riquezas estaba abierta. Cristóbal Colón planeaba hacer el
viaje navegando hacia el Oeste, confiando en la redondez de la Tierra y
desafiando todas las leyendas sobre el mar de las Tinieblas. Después de varios
años de gestiones, consiguió que los Reyes Católicos apadrinasen su proyecto y,
finalmente el 3 de agosto de 1492, tres naves míticas –la Pinta, la Niña y la
Santa maría- zarpaban de Palos de Moguer.
La primea tierra
que avistó el vigía era un a de las islas Bahamas a la que colón llamó San
Salvador. Después, llegó a Cuba y la Española, desde donde regresó a España con
la buena nueva de su expedición. Colón aún realizó otros tres viajes a aquellas
tierras que él consideraba las Indias –e indios a sus habitantes- por creer que
estaba en territorio asiático, pero nunca llegó a internarse en aquel
continente donde los españoles descubrirían la ciudad de Tenochitlan y las
culturas maya e incaica.
Junto a las runas
de Tlatelolco, en la ciudad de México, una placa recuerda la última resistencia
azteca, y añade: “No fue un triunfo ni una derrota; fue el doloroso
alumbramiento de la nación mexicana.” Aquel primer encuentro entre dos mundos
había de resultar enriquecedor para toda la humanidad.
1 comentarios :
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Un saludo.
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