¿Te imaginas un río recorriendo el desierto?
Pues aunque parezca que algo así es imposible, eso sucede con el Nilo.
El río Nilo es uno de los más largos del
mundo. Con sus alrededor de 6.700 km de longitud, recorre varios países de
África, desde Uganda hasta Egipto.
Es en este último lugar donde el Nilo se ha
transformado en leyenda. Y es que las crecidas anuales del río convertían las
áridas y secas tierras egipcias en una zona fértil de la que obtener abundantes
riquezas.
Así, de las orillas del Nilo los antiguos
egipcios recogían unas plantas con las que fabricaban los famosos papiros en
los que escribían. Además, cultivaban trigo, cebada, lino… con los que
comerciaban con otros países. Este comercio se desarrolló gracias, de nuevo, al
río: por sus aguas navegaban las naves egipcias transportando mercancías.
Para aquellos egipcios del pasado el Nilo lo
era todo. Su importancia era tal que lo relacionaban con el faraón y con los
dioses, y por eso lo adoraban como algo sagrado.
¡Qué más se le
puede pedir a un río!
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