Ante la nueva persona que aparece en la vida del niño surgen
varias situaciones:
¿Le dejo que regañe o dé órdenes a mi hijo? Cada casa tiene
unos límites y hay que respetarlos. La relación entre la nueva pareja y los
hijos es uno de los aspectos fundamentales para la nueva convivencia. Pero su
papel no está definido, por lo que tendrá que ganárselo paulatinamente. Pasado
un periodo de adaptación donde prevalezcan las situaciones de juego y disfrute,
habrá que permitir que la nueva pareja ponga límites y dejar que solucione los
conflictos que puedan surgir de su incumplimiento limitándonos a apoyarla.
“¡Quieres más a tu novio/a que a mí”. Hay que permitir la
expresión de estos sentimientos, pero no discutirlos ni justificarlos. Los
padres tienen amor suficiente para repartirlo entre varias personas. El niño es
importantísimo aunque se enfade y lo mejor es demostrárselo con actos; uno de
ellos es dejarle que exprese sus sentimientos, aunque oírlo provoque mucho
dolor. Luego habrá que buscar huecos para estar a solas con el niño y dedicarle
tiempo en exclusividad.
“¡Tú no eres mi padre/madre!” El niño suele decir esto
cuando quiere zafase de alguna norma establecida en el nuevo núcleo familiar.
La respuesta puede ser: “Por supuesto, ni podría sustituirlo, pero aunque te
siente mal y te enfades, hay cosas que, cuando estés conmigo, tienes que
cumplir”.
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