Si no experimentamos las consecuencias de nuestras acciones,
nos convertimos en tiranos, presuponiendo que los demás debe estar a nuestra
disposición cuando lo deseemos.
Que un niño repita o no un comportamiento depende de que
experimente sus consecuencias. Hay que enseñarle a tolerarlas planteándole
situaciones en los que no siempre consiga lo que quiere.
Un pequeño que no obtiene siempre lo que desea desarrollará
tolerancia a la frustración que, de mayor, le será de mucha utilidad, ya que
así sabrá cómo enfrentarse a las situaciones en las que las cosas no salen como
se plantean.
El niño necesita que los padres le enseñen lo que debe y no
debe hacer, ya que no nace sabiéndolo.
Es preciso generar en casa un sistema de premios y castigos
que muestre a nuestro hijo las consecuencias de cada conducta, y aplicarlo con
constancia.
FUENTE | El manual de Supernanny. Ed: El Pais, 2007
FUENTE | El manual de Supernanny. Ed: El Pais, 2007
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