Tenías que crecer
mucho antes de estar preparado para nacer. El óvulo y el espermatozoide que se
habían unido necesitaban una sala de espera donde tú crecieras. Esta sala de
espera era el útero de tu madre.
Conforme crecías,
el útero de tu madre aumentaba de tamaño. Allí estabas caliente y seguro, y te
alimentabas a través de un cordón, llamado cordón umbilical, que te unía a tu
madre. El lugar donde estaba este cordón es ahora tu ombligo.
Comenzaste a
moverte. Agitabas los brazos. Dabas patadas con tus piernas. TU madre podía
sentir cómo te movías y cómo aumentabas de tamaño. Durante nueve meses creciste
y cambiaste.
Se necesitan, por
tanto, nueve meses para que crecieras desde una sola célula hasta convertirte
en un bebé. Mientras crecías lentamente, el útero de tu madre aumentaba de
tamaño para albergarte.
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