En algunos lugares se emplea la expresión “muerto como un
dodo” para significar que algo está completamente muerto y ha desaparecido para
siempre. Como los dodos.
Hubo de verdad unas aves llamadas dodo.
Vivían en una pequeña isla del océano Índico que se llamaba
Mauricio, no lejos de África. Eran aves grandes, rechonchas, un poco mayores
que un pavo. Sus alas eran demasiado pequeñas para volar y sus patas demasiado
pequeñas para correr.
De manera que andaban como un pato.
En la isla no había habitantes. Ni siquiera se conoció la
existencia de la isla hasta el año 1507. Entonces los barcos empezaron a
detenerse allí en busca de agua y alimentos. Los marineros que bajaban a tierra
a cazar no tenían dificultades para capturar a los torpes dodos. Muchísimos dodos fueron cazados y llevados a
los barcos, donde se los comían.
En el siglo XVIII la isla empezó a poblarse. Sus habitantes también
se comían a los dodos. Y lo mismo hicieron los perros y los cerdos que la gente
llevó a la isla. Los dodos eran fáciles de encontrar y de capturar. No tenían
forma de esconderse o protegerse. En 1681 ya no quedaban dodos en ningún lugar
de la isla. Los habían matado. El dodo había desaparecido para siempre.
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