¿Tienes sed y
calor? ¿Qué tal un zumo? Pon un poco de concentrado de naranja en un vaso y
acaba de llenarlo con agua del grifo. Pero, espera un momento, ¿Cómo entró el
agua en el grifo y por qué no hay peligro al beberla?
Para contestar
hemos de empezar en medio del mar, donde el sol brilla con fuerza sobre el
océano. La energía de los rayos solares hace que parte del agua se evapore y se
convierta en gas, o vapor. La sal y otras materias que hay disueltas en el mar
no se evaporan, por ello el vapor de agua es puro.
Cuando este vapor
se eleva, se reúne y forma nueves. Las nubes se deslizan por el cielo hasta
llegar a la tierra. Entonces se enfrían y las partículas de vapor se unen para
formar gotas de lluvia.
Ya en tierra, el
agua de lluvia se filtra a través del suelo y las rocas y forma arroyos y ríos.
En los valles pluviales profundos se construyen presas para hacer pantanos. El
agua de estos pantanos es filtrada para eliminar impurezas. Ahora el agua se ve
limpia, pero hay gérmenes en ella que pueden hacer que sea peligroso beberla.
Por ello se le añaden pequeñas cantidades de un producto químico llamado cloro
que mata esos gérmenes.
Por fin, se
bombea el agua hasta unas altas torres. Desde aquí corre por las conducciones
hasta tu calle y llega a tu casa por los grifos.
El agua que estás
bebiendo pronto saldrá de tu cuerpo y se irá por el desagüe hasta las
alcantarillas. Desde allí puede que vaya al mar. De forma que puede que un día
bebas el mismo vaso de agua otra vez.
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