Reina un silencio
absoluto, interrumpido tan solo por el tintineo de un arnés agitado por el
viento y por el rítmico crujido de la arena que produce el caminar de los
grandes animales. La arena se extiende hasta perderse de vista. No hay camino
ni pista que seguir, pero la procesión de camellos avanza sin vacilar por la
desnuda inmensidad del desierto.
Estas procesiones
de camellos que transportan mercancías se denominan caravanas. Aunque actualmente
para cruzar ciertas zonas del desierto se utilizan vehículos todo terreno y
avionetas, las caravanas son todavía espectáculo común en muchos lugares.
El camello es un
animal muy adecuado para transitar por el desierto. En primer lugar, porque
posee unas pezuñas anchas y planas que no se hunden en la arena, y en segundo,
porque puede pasar varios días sin beber, utilizando para subsistir la reserva
de grasa y líquido almacenados en la joroba. Si comúnmente el desierto se
define como un “vasto océano de arena”, no es de extrañar que a los camellos se
les llame “naves del desierto”.
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