Unas 2.000 especies de plantas pertenecen a la familia conocida como cactus o cactos. Estas plantas crecen en lugares de clima desértico o muy seco, sobre todo del continente americano, y pueden soportar temperaturas superiores a 45 ºC.
Características principales
Los cactus se han adaptado a vivir en condiciones muy extremas, con elevadas temperaturas y escasas precipitaciones. Los tallos, las espinas, los filamentos y las raíces de estas plantas permiten absorber y retener la humedad que necesitan para vivir.
Gracias a la forma de sus tallos, pueden almacenar una enorme cantidad de agua, que utilizan en los períodos de sequía. También los pliegues de sus tallos contribuyen a acumular gran cantidad de líquido, ya que son capaces de expandirse como lo hace el fuelle de un acordeón.
De la misma manera, las espinas que tienen en lugar de hojas no solo protegen a los cactus del ataque de animales hambrientos y sedientos, sino que les sirven para retener la humedad y reducir la evaporación.
Algunas especies cuentan incluso con una capa de filamentos que ayuda también a frenar la deshidratación. Estos filamentos protegen al tallo durante el día de las quemaduras del sol y, durante la noche, de las bajas temperaturas.
Asimismo, las raíces de los cactus, aunque son poco profundas, están muy extendidas por el suelo, lo que les permite absorber rápidamente la lluvia que cae de forma torrencial.
Flores y frutos
La mayoría de las flores de los cactus son solitarias, tienen colores brillantes y gran tamaño. Por eso, además de crecer en estado silvestre, muchas especies se cultivan en jardines como plantas ornamentales.
Una gran parte de los cactus proporcionan frutos comestibles, tanto para las personas como para los animales. Este es el caso de los higos chumbos, que están entre los frutos más conocidos y apreciados.
Fuente: Santillana (6º de Primaria) “La casa del saber”
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