Son los que no aceptan las frustraciones y, cuando se les antoja una cosa, la quieren en el momento, sin importarles el daño que ocasionen a los demás. Podemos comparar a los tiranos con los acosadores en el entorno escolar.
Al hablar de niños tiranos, hacemos referencia a los que mantienen una actitud originariamente relacionada con la falta de límites y hábitos en la familia. Esto se traduce en conductas como organizar y dirigir la casa, dar órdenes a los padres, tomar decisiones sobre lo que ellos mismos tienen que hacer o no sin escuchar a sus progenitores, desobedecer, chantajear a los padres, amenazarles y, en algunos casos, llegar incluso a la agresión física.
Los padres que hayan sido demasiado laxos en la aplicación de límites o, por el contrario, demasiado estrictos, pueden encontrarse con un pequeño tirano en casa. Cuando el niño no ha conocido hábitos ni normas antes de los cuatro años, aumentan las probabilidades de que se convierta en un déspota. Y lo mismo puede ocurrir si hay falta de refuerzos y exceso de castigos.
El miedo a la reacción del pequeño, el temor a los lloros y el deseo de evitar a toda costa que monte un espectáculo suelen ser algunas de las dificultades que tengan los padres a la hora de poner límites a sus hijos.
Los niños no nacen sabiendo lo que pueden hacer y lo que no; lo aprenden gracias a la ayuda de sus padres, y eso les proporciona protección y seguridad. Por tanto, es importante marcar normas a los niños y saber decirles que no siempre que sea necesario.
FUENTE | El manual de Supernanny, Ed: El Pais, 2007
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