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La muchedumbre observa al sacerdote que mueve el
enorme espejo de oro y dirige la luz hacia una bola de algodón. Cuando ésta
arde, todos vitorean el poder del Sol.
Hace mucho, muchísimo tiempo, el pueblo inca de Perú
adoraba al Sol. Éste les daba luz y calor, les proporcionaba vida. Las
distintas formas de culto se convirtieron en grandes festividades en las que el
pueblo se reunía para dar gracias. En la actualidad, en Cuzco se celebra una fiesta
en la que se recuerda cómo se honraba al Sol, y donde se representa la
ceremonia del fuego encendido por es Sol.
El día de la fiesta, todos se levantan muy temprano.
Quieren ver la salida del Sol. Las muchedumbres se precipitan al templo del
Sol, que tiene contra una de sus paredes un magnífico plato de oro, que simboliza
el astro rey. Cuando el Sol ilumina el cielo, brilla sobre las torres doradas
del templo. Todos se alegran. Entonces empieza la celebración con bailes,
música y largas procesiones. Y el punto culminante de la fiesta es la quema del
paño con que se honra el poder del Sol.
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