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Fuente Imagen | Banco imágenes INTEF |
La
alimentación de los niños es uno de los factores más importantes en los que
nosotros como docentes también podemos influir. Las pautas nutricionales para
este tramo de la vida de un ser humano vienen sugeridas en muchísimos lugares,
pero siempre hay que marcarse una serie de objetivos básicos, como conseguir
una alimentación adecuada pues lo contrario conduce a trastorno durante la
niñez y afecciones en el adulto: obesidad, arterioesclerosis, hipertensión…
En
estas edades el crecimiento y el desarrollo son más rápidos que nunca (los
niños tienen que doblar el peso del nacimiento a los cuatro meses y triplicarlo
al año) y los requerimientos nutritivos deben ir acuerdo con este crecimiento.
1. Necesidades
energéticas
Las
necesidades energéticas se sitúan en torno a las 100kcal/kg/día aproximadamente
12.300-1500 kcal/día. La distribución porcentual de la energía entre los
distintos principios inmediatos debe ser la siguiente:
- Proteínas: 12-15%
- Hidratos de carbono: 50-58 %
- Grasas: 30-35%
La
distribución energética entre las diferentes comidas debe ser:
- Desayuno: 25%
- Comida: 30 %
- Merienda; 15%
- Cena: 30 %
2. Introducción de
los nuevos alimentos uno por uno en los primeros años
Los cereales
Se introducen a los 4-6 meses. Nunca antes de los cuatro. Primero
serán sin gluten para evitar sensibilizaciones e intolerancias a esta proteína
(el trigo, avena, centeno y cebada contienen gluten; el arroz y el maíz, no) y
a partir de los 7-8 meses se pueden mezclar. Los cereales contribuyen al aporte
energético, son fuente de proteínas, minerales, vitaminas (tiamina
especialmente), ácidos grasos esenciales e hidratos de carbono de absorción
lenta, por lo que permiten un mayor espaciamiento de las tomas. No obstante, al
tratarse de un alimento calórico, existe riesgo de sobrealimentación si se
abusa de su consumo. Para preparar las papillas debe utilizarse la leche habitual
y añadir el cereal necesario, manteniendo así el aporte mínimo de 500
centímetros cúbicos de leche diarios. Son menos recomendables los preparados
que contienen de origen cereales y leche y se preparan con agua, ya que es más
difícil calcular la cantidad de leche usada.
Las frutas
Se empezará a partir de los 4-6 meses con una papilla de frutas
por su aporte vitamínico, nunca sustituyendo a una toma de leche, sino
complementándola. Se deben emplear frutas variadas (naranja, manzana, pera,
uva, ciruela...), para educar el gusto, y es preferible evitar las más
alergénicas como la fresa y el melocotón. Suelen introducirse después de
conseguida la aceptación de los cereales, aunque puede hacerse al revés,
primero la fruta y después los cereales. No deben endulzarse con azúcar y no se
incorporarán galletas hasta después de los 7 meses, ya que éstas contienen
gluten.
Las verduras y patatas
Se irán introduciendo a partir de los 6 meses buscando su aporte
de sales minerales. Primero puede darse el caldo añadido al biberón de medio
día, después verduras solas en puré, complementadas con leche. Se deben evitar
al principio las verduras con alto contenido en nitritos, como remolacha,
espinacas, acelgas y nabos, y decantarse por patatas, judías verdes, calabacín,
etc. para más tarde introducir las demás. Se puede añadir una cuchara de postre
de aceite de oliva al puré, pero nunca sal. Deben cocerse con poca agua y
aprovechar el caldo de cocción, en el que quedan disueltas parte de las sales
minerales. Al inicio, se recomienda evitar las verduras flatulentas (col,
coliflor, nabo) o muy aromáticas (ajo, espárragos). Se han dado casos en niños
pequeños que han consumido vegetales recalentados, en los que su piel se vuelve
azulada, debido a que se ve afectado el transporte de oxígeno, un cuadro
aparatoso pero que no reviste gravedad con el tratamiento adecuado. También hay
riesgo de que se produzca esta situación si se conservan las verduras cocidas
en la nevera más de 48 horas.
Carnes
Preferiblemente las menos grasas, empezando por el pollo y nunca
antes de los seis meses, en una cantidad de 10-15 gramos por día y aumentando
10-15 gramos por mes, máximo de 40 a 50 gramos, mezclada y batida la carne con
las verduras. Posteriormente se introduce la ternera y el cordero. Aportan
proteínas de alto valor biológico, lípidos, hierro, zinc y ciertas vitaminas.
Las vísceras (hígado, sesos, etc.) no tienen ventajas sobre la carne magra y
aportan exceso de colesterol y grasa saturada.
Pescados
Nunca antes de los nueve meses debido a su mayor capacidad de
provocar alergia, y si el bebé tiene antecedentes familiares de alergia
alimentaria, incluso hasta pasado el año de vida. A partir de esta edad, el
pescado puede sustituir a algunas tomas de la carne. Es conveniente empezar por
pescados blancos.
Huevos
Nunca crudos. Se introducirá primero la yema cocida sobre el
noveno mes; inicialmente un cuarto, la semana siguiente media y al mes entera,
añadida al puré de medio día, para tomar el huevo entero (con la clara) hacia
los doce meses. Puede sustituir a la carne, tomando 2-3 unidades por semana. La
yema es buena fuente grasas, ácidos grasos esenciales, vitamina A, D y hierro.
La clara aporta principalmente proteínas de alto valor biológico, pero entre
ellas se encuentra la ovoalbúmina, con gran capacidad de provocar alergias.
Legumbres.
Añadidas al puré de verduras a partir de los 18 meses. Si se
mezclan con arroz u otros cereales, sustituyen a la carne, y se pueden tomar
así hasta dos veces por semana. Yogures. A partir del octavo mes; natural sin
azucarar, como complemento o mezclado con la papilla de frutas de la merienda.
Azúcares refinados, miel y
otros dulces
No es recomendable el consumo de azúcar, pues la dieta del bebé
tiene un aporte adecuado de hidratos de carbono. Es muy importante no alimentar
a los lactantes con miel ni jarabe de maíz debido a que estos alimentos se han
identificado como las únicas fuentes dietéticas de las esporas del Clostridium
botulinum y a esta edad, no tienen la inmunidad para resistir el desarrollo de
estas esporas causantes del botulismo.
Agua.
Mientras el lactante recibe sólo leche materna o fórmula adaptada,
no suele requerir líquidos adicionales, salvo en situaciones extremas de calor
o pérdidas aumentadas (fiebre, diarrea). Por el contrario, cuando se introduce
una alimentación complementaria al suponer ésta una mayor carga renal de
solutos (sustancias disueltas en líquido: sales minerales, glucosa...), no
basta con los líquidos aportados por la leche y otros alimentos, y se debe
ofrecer al niño agua con frecuencia.
La leche de vaca
Nunca se introducirá antes del año, y cuando se incluya en la
dieta deberá ser entera, por su aporte de vitaminas liposolubles y grasas,
salvo que haya recomendación médica que especifique otra cosa.
3. Alimentación por edades (Desde 1
hasta 6 años)
Niños pequeños (1-3 años)
Durante esta edad hay una transición de una dieta líquida basada
en papilla a una dieta mixta donde es importante que siempre haya variación en
los alimentos. Durante esta etapa los niños desarrollan preferencias por
determinados alimentos, por este motivo es el momento enseñar la importancia de
una alimentación correcta.
El desayuno, la primera comida del día, puede abarcar desde el
muesli o papillas de frutas hasta pan con mermelada o embutidos.
Durante las otras comidas del día es importante dar una ración de leche o de
sus derivados.
La cena tiene que ser fácil de digerir.
Hay que enseñar a los niños a comer relajadamente y preparar el terreno para
que sus actitudes hacia la comida sean sanas.
Edad preescolar (3-6 años)
Durante este periodo, la gran movilidad y el rápido crecimiento
determinan las necesidades de energía y nutrientes. Aumentan las preferencias
de determinados alimentos sobre otros. Es necesario que las comidas se tomen
con tranquilidad, masticando bien los alimentos.
En las comidas principales se puede ofrecer a los niños la misma dieta básica
que los adultos. Las bebidas deben contener poco azúcar.
En las comidas intermedias son adecuados los derivados de la leche, las frutas
o zumos. La cena debe ser ligera y de fácil digestión.
Tanto en edad preescolar como en edad escolar los niños necesitan beber muchos líquidos,
especialmente si hace mucho calor o tienen gran actividad física. Obviamente,
el agua es una buena fuente de líquido, y es un fluido que no tiene calorías.
Pero la variedad es importante en las dietas de los niños y se pueden escoger
otros líquidos que aporten los fluidos necesarios, como la leche y las bebidas
lácteas, los zumos de frutas y los refrescos.
4. Normas
que deben seguirse para una alimentación correcta
No obligarles a comer si
ellos no tienen hambre. Cada niño pasa por su periodo de
crecimiento y no tenga hambre. Además cuando los niños son demasiado activos, o
cuando ellos están enfermos, o si están preocupados por algo, ellos quizá no
tienen hambre.
No usar comida como
recompensa. No decir cosas como: "Cómete tus vegetales o
no tendrás postre." Frases como ésta dan la impresión de que el postre es
más importante que los vegetales.
Evite usar la comida
como recompensa o castigo. Servir el postre casualmente como
parte de la comida. Los estudios señalan que, en el corto plazo, esta conducta
hace que el niño coma menos y, a largo plazo, fomenta batallas. Si queremos
darle un refuerzo positivo, podemos utilizar calcomanías, pues a los niños de
esta edad les encantan. Durante esta etapa, sigue siendo aconsejable evitar
alimentos pequeños y duros, como caramelos, goma de mascar, maní y maíz.
Dejar un intervalo de
dos horas entre meriendas y comidas. Si los niños comen
meriendan muy cerca de la hora de comer, ellos no tendrán hambre.
Empezar con porciones
pequeñas. Los niños se desalientan fácilmente con porciones de
adultos.
No olvidarnos de la
variedad. Servir una variedad de frutas, vegetales, leche,
carne, queso, cereales, panes y postres. Para hacerlo más interesante, servir
la carne cortada en tiras, o corte los vegetales y frutas como anillos.
Ofrecer otras
alternativas. Ayudar a que nuestros niños se sientan
independientes y en control ofreciéndoles opciones cuando sea posible. Por
ejemplo, preguntar al niño: ¿Prefieres brócoli o zanahoria para el almuerzo? No
preguntarle qué quiere comer.
Use cortadores de galletas para hacer emparedados con formas atractivas.
Algunos excelentes rellenos podrían ser la mantequilla de maní, el queso crema
con jamón y atún, queso con tomate o frijoles molidos.
Permitir que los niños
ayuden con la comida. Ellos estarán más dispuestos a probar comidas
que ellos ayudaron a seleccionar, limpiar o preparar. Hacer pizzas con los
niños puede ser un buen momento para el esparcimiento y también para poner
muchos vegetales nutritivos y carnes (incluso lo que haya quedado de otra
comida) bajo una capa de queso fundido. Usar un pan redondo, verduras muy bien
molidas o puré de verduras, pollo picado o, incluso, un huevo duro molido. La
salsa de tomates evitará que estos ingredientes se separen y el queso los
unirá.
Ser consciente de lo que
les gusta y lo que no les gusta a sus niños. A los niños les
gustan comidas brillantes, llenas de color, o crujientes que no estén calientes
o que piquen demasiado. Otros niños prefieren comidas sencillas en lugar de
platos combinados. A algunos niños les gusta tener comidas separadas en sus
platos. Ellos quizá no quieran comer una comida que esté mezclada con otra
comida. También, es muy común que los niños quieran comer la comida de sus
platos, antes de comer cualquier otra comida.
Muchos niños tienen
batallas contra la comida. Ellos quieren comer solamente una o
dos comidas por días y nada más. Trataremos de no hacer problema con estos
tipos de comportamiento frustrante pero normal. Nos aseguraremos de que los
alimentos sean nutritivos, pues si lo son, no importará que los coma todas las
noches durante un tiempo. Esperaremos un par de días y para entonces
probablemente estarán comiendo una variedad de comidas otra vez. No es
aconsejable darles órdenes violentas o provocarles miedos absurdos como usar
historias sobre las brujas o el lobo para conseguir que el niño coma mejor, es
sencillamente insensato y contraproducente.
La televisión y la
comida son una mala combinación. El niño de 3 años desarrollará
malos hábitos alimenticios y se perderá la actividad social propia de la
interacción familiar. Además, se verá influenciado por comerciales de
televisión que promueven alimentos que tal vez no sean los más adecuados para
él.
Demos un buen ejemplo.
Los niños son grandes imitadores. Ellos miran lo que los adultos hacemos. Si nosotros
rechazamos ciertas comidas, ellos también serán más selectivos acerca de lo que
quieren comer.
5. El desayuno, la
merienda y la cena ideal
5.1.
El desayuno ideal
En muchas ocasiones, por la falta de tiempo, las prisas, y los
atrasos, algunas familias prescinden de dar de desayunar a sus hijos en casa.
Son obligados, por las circunstancias, a llevaren a sus hijos más temprano al
colegio y que desayunen allí. Esa es una buena salida desde cuando los padres
conozcan qué es lo que desayunan sus hijos. En la mayoría de las escuelas, el
menú es controlado por nutricionistas, lo que significa que se puede confiar en
el servicio.
A los padres que tienen más tiempo, en casa, el desayuno ideal y adecuado es el
que sea variado en alimentos que tengan nutrientes necesarios:
- Lácteos: leche, yogur, y/o queso
- Cereales: galletas, pan, copos, entre otros
- Grasas: aceite de oliva, mantequilla o margarina
- Frutas o Zumo
- Otros: mermelada, algún fiambre, miel, etc.
Cuando el desayuno aporta por lo menos 3 alimentos de los citados arriba, con
toda seguridad, contribuirá a que los niños tengan más energía y más fuerza
para desarrollar las actividades que les exijan. Todo es una cuestión de
hábito. Si desde la más temprana edad los niños son acostumbrados a desayunar
bien, su organismo se habituará a esta costumbre, y le exigirá un buen desayuno
todos los días, y ellos se sentirán satisfechos. Y la familia estará
previniendo lo que hoy es una preocupación mundial de los expertos de
alimentación: la obesidad infantil.
GuiaInfantil.com ofrece ideas, propuestas para que los niños tengan un buen
desayuno, y estén protegidos de problemas futuros como la obesidad infantil.
5.2. La merienda
¡Una
buena merienda!
Básicamente,
una buena merienda debe incluir:
- Cereales, es decir, pan, galletas, etc., con dará al niño la energía
necesaria para el buen funcionamiento de sus músculos y de su cerebro;
- Productos lácteos, como un vaso de leche (con o sin chocolate en polvo), un
yogur natural o de frutas, un trozo de queso, etc., porque son ricos en calcio
y en proteínas favorables a su crecimiento;
- Una pieza de fruta o un zumo natural de frutas, por el alto contenido de
fibras y de vitamina C.
- Agua, para calmar la sed.
Es importante, para que tu hijo se mantenga interesado en la merienda, que esta
comida también tenga algunas variaciones bien como renovaciones. Se puede crear
sándwich con distintos rellenos, introducir algunos frutos secos, e incluso
permitir a que tu hijo coma, en alguna ocasión, un caprichito recién salido de
la pastelería, desde que eso no se convierta en un hábito.
Una mala
merienda
Por las prisas, o por otro motivo cualquiera, muchos padres no se
preocupan por la calidad de los alimentos que ofrecen a sus hijos en la
merienda. La merienda, si está bien equilibrada, no tiene porque provocar la
obesidad en el niño. Lo que sí puede alterar el estado de salud de los niños
son los errores que cometen algunos padres a la hora de elegir lo que el hijo
va a comer.
- La merienda debe ser preparada con el mismo mimo que el resto de las comidas.
Lo que no se debe hacer:
- El ofrecer al niño apenas un paquete de galletas.
- Permitir a que el niño llene su tripita con patatas fritas, cacahuetes,
dulces, etc.
- Pensar que con apenas un bollo (sobaos, donuts, etc.) el niño estará
alimentado
- Sustituir los zumos de frutas (porque al niño no le gusta) por las bebidas
gaseosas.
- Permitir a que el niño meriende viendo la televisión o delante del ordenador.
Eso le distraerá y creará un mal hábito.
5.3.
Cenas variadas y apetecibles
Por lo
general, lo más indicado es que la cena incluya un plato de verduras, tanto
cruda en forma de ensalada como cocinada. En caso de que al mediodía el niño
haya comido pasta, arroz, legumbre...conviene ofrecerle bien una ensalada variada
presentada de forma original con alimentos que le den color y la hagan más
apetecible, o bien un plato de verduras cocinadas. Para que esta verdura
resulte más atractiva, puede ser una buena idea cocinarla rellena, en forma de
brochetas, salteada, con diferentes salsas, a la papillote...de este modo
resultará más fácil conseguir que los pequeños consuman de forma habitual estos
sanos y nutritivos alimentos, que normalmente no resultan de su agrado.
En caso de que en el colegio el niño haya tomado una ensalada o un plato de
verdura por la noche puede cenar un plato de pasta o arroz, tortilla de
patata...o incluso una original ensalada de pasta de colores, arroz o patata...