¿Es cierto el mito de que las mariposas ya no pueden volar si pierden ese polvo de las alas?
Ese polvo es un conjunto de escamas ínfimas, invisibles para nosotros, que aparecen con el insecto adulto. Se trata de pelos aplastados y ensanchados. Las escamas están fijadas a la membrana alar y dispuestas en hileras, como las tejas en un tejado. Cuando se desprenden, la mariposa no puede reemplazarlas. Son muy útiles para el insecto y cumplen muchas funciones importantes, como la estabilización del vuelo. Pero también sirven para reconocerse entre especies, gracias a sus bellos colores y patrones, y para la secreción de perfumes para atraer a los individuos del sexo opuesto. Y hace poco se ha descubierto que en muchas especies de climas fríos las escamas funcionan como pequeños colectores solares que calientan al insecto a primera hora de la mañana. Esto ha ayudado a los científicos a diseñar paneles solares más eficientes que podrían ser usados para el abastecimiento energético de hogares y empresas en el futuro. El tamaño y el número de las escamas es variable, pues existen especies de lepidópteros con más de un millón de escamas –de ahí la complejidad y la gran precisión de los dibujos de sus alas–, que hacen de las mariposas esos insectos preciosos.
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