Fuente | Banco imágenes INTEF |
Esta mañana Kazino y su hermano han salido de casa
temprano, pero han pasado un buen rato buscando una pradera donde paciera el
rebaño. En este momento Kazino aparta de un manotazo las moscas que mortifican
sus ojos y entrecerrándolos mira el sol. Es hora de reunir el ganado.
Divisa a lo lejos alguna fiera y agarra con fuerza
el cayado que empuña. Quién sabe si esta noche los animales salvajes atacarán
al rebaño.
Kazino es un muchacho masai que vive con su tribu en
un poblado de Tanzania, África.
En el centro de la aldea hay un aprisco donde de
noche se encierra el ganado.
Los masai, para alimentarse, no cazan ni cultivan la
tierra. Viven de la carne, leche y sangre que obtienen de sus rebaños. Sin
pastos, el ganado moriría de hambre, y sin ganado, los masai perecerían. Por
este motivo, los masai dependen de la tierra para subsistir.
En cierto modo, todos dependemos de las riquezas de
la tierra y todos trabajamos con ellas. La tierra alimenta toda clase de
animales: gallinas, cerdos, cabras, vacas y ovejas; la tierra posee árboles que
producen madera y caucho, y guarda en su interior tesoros como el petróleo.
Permite también que germinen las simientes y fructifiquen las cosechas.
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